Una investigación sobre el danzante permitió a Hugo Albán recuperar los trajes autóctonos del personaje principal de las fiestas de Octavas de Corpus Christi, en Pujilí.
Este artesano y experto en los temas andinos tardó 35 años en recopilar los conocimientos de los taitas y mamas, para plasmarlos en cada uno de los trajes que confecciona. Además, sus orígenes, el baile y los personajes que acompañan a la comparsa.
Albán explica que el nombre indígena es tushug (bailarín, sacerdote o hacedor de la lluvia). Con los cascabeles que lleva suspendidos en sus pies genera la lluvia y es el purificador del ambiente y de la fiesta.
El danzante está presente en la arqueología prehispánica, donde su traje estaba adornado con oro, piedras preciosas y espejos, para adorar al Taita Inti (Padre Sol). Explica que las sacerdotisas o Mama Danzas de la época del incario enseñaron a bailar a los danzantes.
Albán asegura que las Mama Danzas no son las mujeres de los danzantes, debido a que los sacerdotes no tenían esposa. “Eran castos y fornidos, porque bailaban ocho días antes y ocho días después. Con la llegada de los españoles cambiaron a la fiesta del Inti Raymi por Corpus Christi”.
Con la conquista, las joyas en los atuendos fueron reemplazadas por bambalinas, algo que aún se mantiene.
El taller de Albán está localizado en el centro de Pujilí, donde corta y cose telas brillantes, sin olvidar el más mínimo detalle. Su esposa, Irlanda Herrera, se encarga de bordar a mano cada uno de los dibujos que representan a la naturaleza. Este se compone del faldón y camisa de color blanco, la pechera -que representa la chacana o cruz andina- cubierta de espejos y oropeles (falso oro).
Atrás va la banda con tela de siete colores, que representa al arco iris; en el cabezal sobresalen el sol y la luna, los seres superiores en los que creían nuestros antecesores.
Albán dice que se dedicó de lleno a confeccionar estos vestuarios porque en las comunidades poco a poco se pierde este personaje. Por eso trabaja en la recuperación de los trajes auténticos. “El danzante fue desplazado por los mestizos, las autoridades disfrazadas y la fiesta está perdiendo el sentido de su celebración”.
La indagación se desarrolló en las comunidades de Alpamalag, región considerada madre y gestora del danzante de Pujilí, pero por la migración esta desaparece.
Juan Albán, director de Cultura del Municipio de Pujilí, asegura que pondrán en marcha un plan que busca recuperar en los niños y jóvenes al danzante en las comunidades de Alpamalag y otras. “La idea es que los pueblos indígenas tengan a sus sucesores”.
Uno de los danzantes es Julián Tucumbi, un indígena de 81 años que es considerado el símbolo de este personaje de la fiesta indígena-mestiza, que se celebra en las comunas.
Tucumbi, ataviado con un vistoso poncho rojo, aún se viste de danzante. Dice que los 22 trajes que guarda son autóctonos. En su casa cosen estos trajes para repararlos o adornarlos de acuerdo con la tradición. Los cabezales están llenos de plumas de pavo real.
Con agilidad cruza entre su cuello una tela para sostener el bombo, y con el pingullo empieza a entonar la melodía del danzante. Cuenta que en 1945, en toda la hacienda de Juive Grande se hacían las fiesta del danzante en honor a San Nicolás. Baila más de 60 años en el Grupo Tucumbi, que fundó.